Las lágrimas son necesarias para humectar los ojos y eliminar partículas que se hayan metido. Para gozar de una buena visión es necesaria una película lagrimal sana. Pero cuando el ojo es incapaz de mantener una capa saludable de lágrimas aparece una condición conocida como ojo seco . Se trata de una patología ocular muy frecuente (aproximadamente un 30% de la población adulta lo sufre) y su incidencia va aumentado con la edad. Es una enfermedad crónica que afecta a la parte superficial del ojo (la córnea y la conjuntiva) y que puede ocasionar serias molestias. Este problema visual se puede dividir en dos grandes tipos: el ojo seco secundario a la disminución de la producción de la lágrima (acuodeficiente) y el ojo seco secundario a una evaporación excesiva de la lágrima (evaporativo). El primero va asociado en muchos casos a algunas enfermedades de carácter autoinmune , tales como artritis reumatoide, lupus, síndrome de Sjögren, que pueden provocar una reducción en la producción de la lágrima. Mientras que el segundo, que es el más frecuente, suele estar relacionado con la blefaritis , con alteraciones en las glándulas de Meibomio (muy importantes en el proceso de estabilidad de la lágrima) o con algunos cambios hormonales (por eso es frecuente sufrirlo en la menopausia). Cuando una persona sufre este tipo de ojo seco, sus lágrimas tienen un déficit de lípidos que ocasiona que se evaporen con más rapidez. También hay casos de ojos secos mixtos, que afectan tanto a la cantidad como calidad de la lágrima, explica la doctora Paola Vázquez, oftalmóloga especialista en córnea y ojo seco de Clínica Baviera. Síntomas más comunes del ojo seco Sensación de aspereza o arenilla, similar a lo que se siente al tener algo dentro del ojo. Enrojecimiento de la zona ocular. Molestias al realizar tareas que requieren cierto esfuerzo visual como es la lectura o ver la televisión. Picor, ardor, escozor ocular o sensación incómoda de ‘pinchazos oculares’. Cansancio visual y sensación de pesadez. Fotofobia o visión borrosa fluctuante. Inflamación de la superficie ocular. Entre los hábitos que pueden ayudar a reducir la sintomatología se encuentran evitar ambientes cargados, descansar de las pantallas, parpadear, beber mucha agua, utilizar lágrimas artificiales, usar humificadores cuando estemos mucho tiempo en ambientes cerrados o alejarse del humo del tabaco. «Es importante tener en cuenta que esta enfermedad se agrava con el invierno , ya que permanecemos muchas horas en lugares sin ventilación con la calefacción, lo que seca el ambiente, con lo que se intensifica los síntomas y las molestias«, confirma la doctora Vázquez. Si se tienen molestias, la doctora Vázquez, aconseja acudir al oftalmólogo para determinar el tipo de ojo seco que se padece y el grado de afectación. «Los tratamientos del ojo seco, como patología crónica que es, suelen ser a largo plazo y se deben repetir cada cierto tiempo. Afortunadamente, ahora disponemos de nuevas técnicas, como la luz pulsada intensa (IPL) con las que se pueden mejorar los síntomas y reducir las molestias que sufren los pacientes», explica la experta.
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