La Unión Europea quiere mostrar que, independientemente de las tensiones internas y el apoyo de otros actores globales, el sostén de Bruselas a Ucrania será permanente. Los ministros de Exteriores de la UE se han reunido este lunes en Kiev, la capital del país, con el presidente Volodímir Zelenski y su homólogo ucranio, Dmitro Kuleba, en una cita histórica para cerrar filas en su apoyo frente a la invasión rusa en un momento en el que aumenta la incertidumbre sobre el soporte de EE UU y el temor a un nuevo paisaje político (también dentro de la UE) que resquebraje la unidad mantenida hasta ahora. En ese encuentro inédito, convocado por el alto representante para Política Exterior de la UE, Josep Borrell, los jefes de las diplomacias europeas han tratado de dar forma a los compromisos de seguridad que la UE diseña para Ucrania con un aumento de la asistencia para material militar ante una guerra que se prolonga.
“La guerra de Rusia contra Ucrania está teniendo consecuencias para el mundo entero. Y para los europeos es una amenaza existencial”, ha recalcado Borrell en Kiev, donde ha explicado que está en conversaciones con EE UU para abordar la exclusión de la ayuda a Ucrania (6.000 millones de dólares) en la ley temporal de financiación aprobada por el Congreso este sábado para impedir el cierre de la Administración estadounidense. “Estoy seguro de que esta decisión se va a reconsiderar”, ha dicho Borrell junto al ministro ucranio Kuleba.
Ucrania ya ha pedido a Washington que se replantee la medida. “No sentimos que el apoyo de EE UU se haya hecho añicos, porque entiende que lo que está en juego en Ucrania es mucho más que solo Ucrania”, ha manifestado Kuleba, que ha asegurado que está en conversaciones con republicanos y demócratas, y que lo sucedido es un “incidente” que se puede reconducir y no algo “sistémico”. “Se trata de la estabilidad y la previsibilidad del mundo. Y por eso creo que seremos capaces de encontrar soluciones necesarias”, ha insistido Kuleba.
También el ministro de Exteriores español, José Manuel Albares, presente en Kiev, se ha mostrado confiado en que el apoyo de Washington no se va a resentir, y que, pase lo que pase, la UE se mantendrá firme. “En absoluto Europa presenta ninguna división ni el apoyo va a flaquear”, ha afirmado Albares a EL PAÍS. “Todos somos muy conscientes: si Rusia tiene éxito en su guerra de agresión, todos nos sentiremos más inseguros al día siguiente, porque nadie estará libre de que su vecino más poderoso pueda invadir su soberanía”, ha aseverado el titular de Exteriores español.
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Pero lo sucedido en Washington con la financiación para Ucrania es una pista de lo que puede ocurrir en 2024, tras las elecciones presidenciales de Estados Unidos. Y Kiev puede quedar como rehén de una batalla política. El presidente estadounidense, Joe Biden, ha salido al paso de la decisión del Congreso y ha asegurado que el apoyo seguirá llegando. “Quiero decirle a nuestros aliados, al pueblo estadounidense y al pueblo de Ucrania, que pueden contar con nuestro apoyo. No les abandonaremos”, ha señalado este fin de semana.
Horas antes de la cita europea en Kiev, excepcional por celebrarse en un país que no es Estado miembro ―Ucrania es aún candidato―, las alertas antiaéreas que advierten de un ataque ruso sonaban en la ciudad y otras partes del país, que resiste ya desde hace 19 meses la invasión a gran escala de Rusia.
La reunión, que no se ha anunciado públicamente por motivos de seguridad, no ha sido un gesto solo hacia Ucrania; también, pero de manera completamente opuesta, hacia el presidente ruso, Vladímir Putin. “Es un mensaje fuerte para Rusia de que no nos dejamos intimidar por sus drones o sus misiles”, ha dicho tajante Borrell. “Seguiremos apoyando a Ucrania”, ha añadido. El sábado, tras la visita del jefe de la diplomacia europea al puerto de Odesa, un punto caliente en el flanco sur, el Kremlin lanzó uno de sus enjambres de drones.
La UE ha destinado ya a Ucrania unos 85.000 millones de euros, entre ellos 60.000 dedicados a ayuda humanitaria, según datos del Servicio de Acción Exterior de la Unión. No todo ha llegado al país invadido; en esa cuenta está también el dinero prometido. No obstante, entre la suma comprometida y lo ya aportado, el apoyo del club comunitario a Ucrania supera ya el de Washington, que según estimaciones del Kiel Institute for the World Economy, ha entregado unos 70.000 millones. Los Veintisiete debaten ahora sobre un paquete de 20.000 millones de euros para material militar que llegaría gradualmente al país hasta el año 2027 como parte de los “compromisos de seguridad” de la UE con Kiev.
Sin embargo, está resultando difícil cuadrar las cuentas. Mientras, Borrell ha propuesto este lunes un paquete de 5.000 millones para ese nuevo fondo y busca la luz verde de los Veintisiete antes de final de año. Las negociaciones serán laboriosas, cada vez es más complicado lanzar medidas históricas, nuevos paquetes de sanciones contra Moscú y, además, Hungría —el aliado más afín de Rusia dentro del club comunitario— bloquea desde marzo la entrega de 500 millones para alimentar el Fondo Europeo para la Paz, una herramienta que financia las contribuciones de armas para Ucrania pero que, a diferencia del nuevo paquete que propone Borrell, no se dedica solo a apoyar a Kiev.
Mientras, Rusia ha aumentado su esfuerzo militar y ha puesto su maquinaria de guerra a pleno rendimiento para fabricar municiones y material con el que sustentar una guerra que se prevé larga. La UE lo sabe y, además de los compromisos de seguridad ―el mayor de ellos es la adhesión de Ucrania a la UE, según cree Borrell―, ha ampliado la protección de los refugiados ucranios (unos cuatro millones en territorio comunitario) hasta marzo de 2025.
Sin embargo, las tensiones dentro de la Unión sobre el apoyo a Ucrania o al menos sobre cómo afecta ese apoyo a los Estados miembros ya son visibles. Polonia y Eslovaquia están bloqueando el paso del cereal ucranio que llega sin aranceles a la UE y critican que esa medida daña a sus agricultores. Varsovia, uno de los aliados más visibles de Kiev por sus propios temores hacia Rusia, ha informado de que ahora se centrará más en rearmarse que en enviar armas a Ucrania, y en Eslovaquia, el populista prorruso Robert Fico ha obtenido una mayoría que podría llevarle al Gobierno y cambiar el paisaje político europeo.
El Kremlin confía en que la democracia occidental juegue a favor de su sistema autocrático, en que el cansancio ante la invasión ganará y Occidente terminará dejando sola a Ucrania. “La fatiga por este conflicto, la fatiga por el patrocinio completamente absurdo del régimen de Kiev, crecerá en varios países, incluido en Estados Unidos”, ha declarado este lunes el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov. “La fatiga conducirá a la fragmentación”, ha añadido.
Ese trasfondo de incertidumbre ha sobrevolado la reunión de los jefes de la diplomacia europea en Kiev este lunes, en la que los Veintisiete han estado representados, aunque Letonia, Hungría y Polonia han enviado a sus secretarios de Estado (Riga por el cambio de Gobierno, y Varsovia por un caso de covid, según fuentes oficiales) y el ministro sueco no ha podido acudir por un problema con su documentación.
Todo, además, pocas semanas antes de que la Comisión Europea publique el informe que da cuenta del progreso de Ucrania en las reformas que debe acometer para abrir conversaciones de adhesión. “Ucrania pertenece a la familia comunitaria y la acompañaremos en el camino que le llevará a unirse a la UE”, ha incidido la ministra de Exteriores de Francia, Catherine Colonna. París, junto a Berlín, ha pisado el acelerador para hablar de ampliación y de las reformas necesarias y Emmanuel Macron habla incluso de una integración progresiva. “Membresía es membresía”, ha incidido Borrell en Kiev junto a Kuleba.
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