La Comisión Europea explora fórmulas de integración gradual en la Unión Europea para Ucrania. El Ejecutivo comunitario pisa el acelerador hacia la expansión comunitaria y sondea modelos de ampliación que pueden suponer para el país invadido por Rusia, y para el resto de candidatos, la participación primero en elementos como el mercado único, distintos organismos de representación e ir subiendo de niveles en su incorporación, según explican varias fuentes comunitarias a EL PAÍS.
La iniciativa híbrida de adhesión, que gana tracción dentro de las instituciones comunitarias y cuenta con el sostén claro de Francia y del presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, genera ciertas dudas en algunos departamentos de la propia Comisión. También suscita reticencias entre algunos Estados miembros, que creen que esa “progresividad” sería una forma de aparcar a los países candidatos (ahora, nueve, entre ellos la siempre en duda Turquía), dilatar su membresía total, incentivar que no se completen las reformas porque se asuma que solo van a llegar a una parte, e incluso crear categorías de primera y segunda clase dentro de los propios Estados miembros. “Membresía es membresía”, aseveró el alto representante para Política Exterior y Defensa, Josep Borrell, el lunes en Kiev.
“Toda reflexión que sirva para ayudar a los países de la UE a irse preparando y acercando siempre es positiva”, comenta el ministro de Exteriores, José Manuel Albares. “Pero no debemos equivocarnos, al final lo que los Estados candidatos están pidiendo es la entrada completa y total en la Unión Europea, y eso es algo para lo que tienen que prepararse ellos —y ahí no puede haber entradas con descuento, sino un proceso basado en méritos— y también tiene que prepararse la propia UE en su sistema de toma de decisiones, impacto presupuestario, reformas institucionales”, incide el jefe de la diplomacia española a este periódico en el tren de vuelta desde Ucrania, tras la histórica reunión de ministros de Exteriores de los Veintisiete en Kiev, donde también se habló de integración, uno de los temas clave de la cumbre de líderes de la UE en Granada este viernes.
Mientras, los partidarios de la fórmula de integración a varias velocidades señalan que es una opción más realista para absorber a nuevos socios con enormes diferencias —sobre todo económicas, pero también de respeto del Estado de derecho— con los ya miembros.
Bruselas busca explorar esos modelos híbridos también para acompañar a los países hacia una membresía más completa, y que no sea o todo o nada si el 100% de reformas exigido tarda. “Estoy firmemente a favor de la integración gradual”, incide el presidente del Consejo Europeo en un encuentro con varios medios en Bruselas, entre ellos este diario. “He abogado mucho por ese modelo y me complace observar que cada vez más líderes de partidos apoyan esa idea, incluida la Comisión Europea”, dice el político belga, que hace unas semanas señaló que la UE debería estar preparada y con sus propios deberes hechos en 2030, una fecha que cada vez gana más sostén.
“Es la idea de que [fallamos] esperando la decisión final sobre la membresía. Deberíamos asegurarnos de que aquellos países que se integrarán progresivamente estén progresivamente mucho más cerca de la UE, utilizando los vínculos económicos y culturales, utilizando la educación y todas las herramientas que tenemos a mano para hacer de esta integración una realidad”, sigue Charles Michel, que pone como ejemplo el sistema bancario.
Únete a EL PAÍS para seguir toda la actualidad y leer sin límites.
Suscríbete
La Comisión Europea presentará sus propuestas (“ideas”, como lo define) en el próximo semestre, durante la presidencia belga del Consejo de la UE, justo antes de las elecciones europeas de junio y a tiempo, previsiblemente, para ser uno de los temas de los comicios. De momento, la idea de la gradualidad y los niveles va marcada por el cumplimiento de los países del Estado de derecho, que analiza elementos como la corrupción —un gran problema en la mayoría de los candidatos, según datos de Transparencia Internacional— y otros elementos de seguridad jurídica, incluso para que las empresas europeas entren en sus mercados, inciden fuentes comunitarias.
Bruselas ha aprendido la lección de Rumania y Bulgaria, que han estado años bajo el mecanismo de supervisión, y de Polonia (que una vez fue alumno aventajado y ahora se ha convertido en socio díscolo) y Hungría, que hoy tienen fondos congelados por sus vulneraciones del Estado de derecho.
Hace unas semanas, en una reunión en la que estaban presentes varios líderes de los Balcanes, la jefa del Ejecutivo comunitario, Ursula von der Leyen, ya sondeó la propuesta al hablar de que esos países, que aguardan desde hace años para entrar en la UE, podrían beneficiarse del camino “a la familia” del mercado único y del digital. Algunos de los cinco países de la región, como Macedonia, están por ahora abiertos a la idea y además creen que ese enfoque de todo o nada les perjudica. También lo hace la idea de que entren todos en grupo.
El informe de 12 sabios comandado por Alemania y Francia para abordar las reformas necesarias y el futuro de la UE también habla de modelos diversos de integración. Propone, por ejemplo, varios niveles o un diseño en círculos en los que el más alto sería lo que podría llamarse integración europea más profunda, con pertenencia a la zona Schengen de libre circulación y a la eurozona (ahora no forman parte los Veintisiete); el siguiente sería una membresía a la UE en la que los Estados están sujetos a los mismos objetivos políticos, cumplen los tratados y se benefician de los fondos de cohesión y las políticas redistributivas; y después, un círculo más amplio de “miembros asociados”, que implique participación en el mercado único y adhesión a principios comunes, pero una aportación más baja al presupuesto comunitario y también la ausencia de representación en la Comisión Europea y el Parlamento Europeo.
Algunas voces apuntan esta posibilidad también para miembros actuales del club comunitario, que ahora que se repiensa el futuro de la UE y hay que acometer reformas, se decanten por flexibilizar su membresía.
Laurence Boone, secretaria de Estado francesa para Europa y una de las partidarias, como el presidente Emmanuel Macron, de ese proceso gradual, señala sobre todo la necesidad de reformas previas, que deben ir en paralelo a ese debate sobre modelos híbridos. Francia, dice, está “comprometida” con la ampliación y no busca dilatar el proceso. Mientras, los países candidatos aguardan a principios de noviembre el informe de la Comisión Europea sobre sus progresos en las reformas requeridas. El lunes, ante los ministros de Exteriores en Kiev, el primer ministro ucranio, Denis Smihal, insistió en que tras la apertura de negociaciones de adhesión —algo que muchos creen que ocurrirá en diciembre— Ucrania estaría lista para entrar en la UE en 2026.
Sigue toda la información internacional en Facebook y X, o en nuestra newsletter semanal.
Suscríbete para seguir leyendo
Lee sin límites